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Mostrando entradas de marzo, 2021

Si estos huesos

  Si estos huesos hablaran del otoño, comenzarían por la caída inevitable de las hojas. Dirían te quiero tantas veces como lo han pensado. Pero sigo siendo la niña que no cambia nunca, regada de secretitos siempre en la lejanía. Y aquí me tienes: herida y mal pagada, enganchada a tu vocación de frágil y solitario. Como una perra que tiene la furia en celo, que no distingue lealtad de fidelidad, contoneándose con el palo en la boca a cambio de una caricia, un cariño cotidiano o una patada. Sí: enterrada como Pompeya, pero ardiendo de ganas de que desaparezcas, porque sospecho que eres como el sol que apuñala con un rayo al mar y luego lo abandona para irse de juerga con La Tierra dejándolo caliente, y con ganas. Eres -maldito seas- quien toma la rosa y deja las espinas como lo hace el otoño, o yo cada vez que intento hablar de mis huesos y éstos se equivocan.

Manías

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  Qué difícil es ponerse el camuflaje de mujer. Me refiero a seguir siendo yo mientras crees que soy otra. No sé si me explico: apunta por ahí. No es como esas veces que cambio de bolso porque me doy cuenta que llevo más de un año con el de verano y ya está tronando, y tú lo sostienes mientras me pongo del revés la chaqueta, no.  O   como cuando anudo un rizo entre mis dedos mientras callo y copio en mi cerebro   todo, todo, todo, lo que me cuentas –y luego a solas le hago la autopsia sin darme cuenta-.  O la bendita manía de perderme mirando, acodada, como pegas tus labios al botellín de cerveza.  O como cuando loca, explota mi carcajada y termina en una sonrisa estúpida que afloja porque más que a loca sonó a chiflada. O la manía que tiene   mi hombro de acariciar mi barbilla porque tropiezo contigo, en la entrada, en la salida –sin querer- y al tenerte tan cerca mis pantorrillas se paralizan. Vete tú a saber. Ni como cuando el viento empuja mis tacones por llegar antes a tu en

ES ENTONCES

Es entonces cuando no me dirige la palabra que todo se vuelve insoportable. La veo en su ritual de silencio. Con su cruce de piernas y su mirada perdida, y un suspiro que como trueno inesperado me hace sentir solo. Yo paso la página de mi libro con rabia para hacer todo el ruido que mis celos me permiten. Me levanto y leo por encima de su hombro mientras acaricia el teclado como leen los ciegos “Muérdeme la cadera hasta que sea a ti a quien le duela y entonces, solo entonces, hazme el amor; manso o como una fiera.” Le pregunto si quiere un café y sin mirarme dice sí. Yo creo que es para que la deje en paz que me dice que sí. Desde la cocina escucho el golpe de las teclas a segundos impares y el goteo del café se pone en mi contra. Está sola, sin mí, escribiendo cosas que solo me dice a mí, que solo hacemos cuando consigo alejarla todo lo posible del maldito teclado. Cosas que leerán otros. Le acerco el café y pienso: Mírame. Mírame cuando menos espero que lo hagas aunque no resista q

Había una vez:

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  Insoportable, despistada y despeinada, hoy estoy que no me aguanto. ¿El amor mata? Sí. ¿También duele? No. Me da que el día que te rompieron el corazón no fue el peor de mis días ni el más feliz. Quizá, quisiste morir de dolor, de rabia, puede que de vergüenza o tristeza. A saber dónde estaba yo ese día que te partieron en dos, y cómo fue posible que no estuviera a tu lado cuando   te dejó roto y desconcertado, asqueado, como inútil. Ese día de mierda va en tu mirada, en tu forma   de mirarme, en cada paso que das y previenes, y te lo recuerda en advertencia; no olvidar lo aprendió, no olvidar la lección. Puede que fuera el mejor de mis días, a saber si el más feliz hasta ese instante de mi vida. No lo recuerdo, seguro lo recordaría. Así que alguien dejó de ser parte de tu vida después de partir y partirte, y te alejaste tanto y tanto que te acercaste.   Te siento con todos tus enteros, deseando conocerte y que no me duelas, como una historia que merece ser contada. ¿Qué el amo

TANTOS DE BESOS

  Le imagino de cerca -tan cerca- que huele a hombre y ya me sabe a hombre. Ni se lo imagina pero yo, dejo volar la imaginación y será perfecto, nada torpe e intenso. Será el beso por excelencia. El beso   suave, intenso y potente, con la más dulce de las fuerzas. Será el mejor de todos, el último de tantos de esos, el primero   que más deseo desde el último que ni recuerdo. ¿Y si no es el inolvidable o peor aún, es el que más recuerdo? << ¡Qué un mal beso no es negociable!>> ¿Y si cuando me acerque no encajo y si se va patas abajo y se hace una cuesta arriba, porque es un saco de babas o una lengua muerta o la peor de las salivas? << ¡Ay, que soy de arcada fácil y una mujer difícil, y me arrojo to´a! (disculpen pero hay expresiones que no merece rima)>>… ¡Buf…! ¿Y si la lengua se vuelve loca -y soy yo la que se equivoca-, y es el mejor de todos y luego se acaba?   ¿Y si me besa y prefiere mi frente y va de tipo decente cuando en realidad es un idiot