Si estos huesos

 Si estos huesos hablaran del otoño, comenzarían por la caída inevitable de las hojas.

Dirían te quiero tantas veces como lo han pensado. Pero sigo siendo la niña que no cambia nunca, regada de secretitos siempre en la lejanía.
Y aquí me tienes: herida y mal pagada, enganchada a tu vocación de frágil y solitario.
Como una perra que tiene la furia en celo, que no distingue lealtad de fidelidad, contoneándose con el palo en la boca a cambio de una caricia, un cariño cotidiano o una patada. Sí: enterrada como Pompeya, pero ardiendo de ganas de que desaparezcas, porque sospecho que eres como el sol que apuñala con un rayo al mar y luego lo abandona para irse de juerga con La Tierra dejándolo caliente, y con ganas. Eres -maldito seas- quien toma la rosa y deja las espinas como lo hace el otoño, o yo cada vez que intento hablar de mis huesos y éstos se equivocan.

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