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Mostrando entradas de enero, 2023

El árbol

  ¿Por qué la gente está loca? Pues mira: nacen libres de prejuicios, pero horas más tarde los obligan a sonreír, a que se unan a la fiesta. Es la forma que tienen de aparentar felicidad. Y ponen un reloj a su lado. Luego aprenden a amarse como los aman los demás, y así les va; buscando la felicidad en los otros, tan egoístas como sí mismos. La libertad se convierte en un disfraz que te dice: cómo vestir, hablar, qué comer, qué te tiene que gustar… cómo actuar. Destruyen todo a su paso y no aceptan equivocarse. Riegan el Amor de miedo y a la Indiferencia la secan al sol –¡con la peste que da!-. Limpian sus culpas plantado un árbol después de haber arrasado un bosque. Luchan por sus derechos, pero no los ejercen –y mira que comprueban, genéticamente, que no nacen con el don de destrozar vidas-. Y un día, después del duro trabajo, te das cuenta que te enseñaron a no ser capaz de hacerte cargo de tu propia vida. Pero no lo aprendiste. Observas tus manos, triste ser humano, desgastas las c

Teoría del Todo.

Qué ignorante creer que soy distinta si la premisa es que somos iguales (¿probable, posible?) Cuando me partí la sesera contra la puerta grande me dije: bienvenida al mundo real, hemos llegado por fin a este extraño planeta que no toma en cuenta la cantidad de atardeceres y trata como enemigo al amor y todo lo demás como al mejor de los placeres. Tampoco es para tanto (ahondo en la herida) será cuestión de suerte si mis ojos no andan con tantas ganas de verte. Tampoco es tan tonto (supongo), Windows más o ventana menos, pensar que mandar a la humanidad a la porra por falta de tacto sea lo más sensato. Es increíble que aun los pájaros me sigan mirando como si no me conocieran o que los perros pretendan una amistad (pienso ahora) y que ser “humano” siga siendo un halago o la excusa perfecta para eximirnos de una carga. Estoy convencida (cotorra de mí) de que escribiendo me desnudo con mis mejores galas (aunque esté pasada de moda) y el alma se me sigue consumiendo en un ingrato pis pas.

Querido:

  Querido: Me ha sucedió algo muy extraño. Al final tendrás razón con eso de que estoy loca. Que no es desprecio o desdén cuando me dices que sin ti no soy nada. Sé que me adviertes de que te llame sólo si es necesario, porque te aburro sobremanera, así que no te llamé, como siempre. Pensé marcar el número de urgencias, hice hasta un ensayo para no tartamudear, y no, no tartamudeaba para nada, pero cómo explicarles… En realidad me dolía cada golpe. Así que me miré en el espejo para ponerme algo de hielo. Créeme, no sé si podré olvidar mi cara de ese momento algún día. Cuál fue mi asombro que también vi unas protuberancias a cada lado de mi espalda, y tuve que aflojarme el sujetador porque de repente me apretaba. Tras zafarlo, de cada uno de aquellos extraños bultos, comenzaron a salir plumitas, con el odio que les tienes tú. Aquello comenzó a crecer. No te digo cuánto porque será cierto que tiendo a exagerar las cosas, como siempre. Las plumitas no eran especialmente bonitas ni de un c

La librería

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  En realidad yo no era nadie. Temblaba arrimada en aquella estantería escuchando que ya tendríamos que estar en el sótano. No nos dio tiempo. El más antiguo, que había sufrido demasiadas heridas en otras guerras y un trasplante de pergamino a papel, susurró que estaba listo. Algunos rezaban todo lo que sabían mientras otros tantos calculaban en qué momento exacto iba a suceder. Los ubicados dos estantes a su derecha cuchicheaban que ya lo habían advertido, Escrito está. La historia tenía claro que habían muchas páginas aun por escribir. La poesía se quedó sin palabras al observar a los de la entrada a la izquierda, Espirar, exhalar, ¡Repetimooos! Luego todo fue un caos, porque salí despedida intentando cerrar mis páginas abiertas tras el impacto, creyendo ver a los más pequeños abrazarse al colorín que estaba más colorado que nunca y a un lápiz tan asustado que se partió en dos. La tinta lloraba. Nadie volvería a saber de mí ni de mi autora. Las dos moriríamos sin saber el por qué. Q

Me han robado un beso

  Me han robado un beso: tenía una copia en mi boca, en mi corazón y en mi alma. Tenía copia en mis últimos treinta poemas, en mis sueños y en mis esperanzas acabadas. Y es que dio un beso al frente y el puzle no encajaba. Yo bebo, fumo, lloro, mucho, muchísimo y para colmo de males escribo, Y sí, Llámame malcriada. Pero él continuaba anclado a mi boca como si fuera un oasis o tuviera hambre atrasada. Pensé en que la muerte lleva tiempo pisándome los talones. Que hoy la primavera se llama verano y el frío invierno reta al otoño y no condiciona a una poeta. Entonces me apretó con fuerza. Le puse una mano en el pecho en sentido contrario. Así, como ladeando la cabeza. ¿Y si era el paraíso y no el infierno que esperaba? Quizá un espejismo. ¡Total, ya qué estaba! Será que me siento sola y desconcertada porque han llegado a la conclusión en Internet de que Amar es como un plan malvado que intenta jodernos la vida. Pero él seguía y yo no me dejaba cuando sus manos hacían la desescalada y

Te quiero

  Hoy te habría llamado no sin antes planear una broma para felicitarte, ¿buenas, está…? , creo que sí, pues pide un deseo. Y abrirías la puerta y tirarías de mí y... O quizás amaneceríamos juntos. Incluso puede que fueras tú quien viniera a buscarme en pijama cantándo(te) a todo pecho cumpleaños feliz <<detímelocreo>>. Puede que hoy estuvieras en Madrid y yo te echara mucho de menos porque aquí me sigo quejando del frío. Sé que hoy, si estuvieras vivo, yo no me sentiría más sola que la nave del olvido y no se quejarían mis huesos de que ya hacen cuatro años que me enterraron sin mí. Es tu cumpleaños y me pido un deseo: a ti. Y dirás que estoy loca, pero no. No creo pedir mucho cuando se me antoja en mayúsculas que vuelvas a decir en diminutivo el nombre que tiene realmente mi boca. Mira mi amor: si como quien no quiere la cosa pudiera pedir, pediría todas las tonterías que hacías para hacerme reír. Y ya puesta: si no doliera tanto como duele, me pediría dormir sin zapatos,