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Mostrando entradas de abril, 2021

67+2

  Herirme te fue fácil. Un año ya. ¡Ya ves! Lamentas las noches al chat comiendo cualquier cosa, haciendo pausas para ir al baño y volver a empañar la pantalla. Los memes fueron la respuesta a mis plegarias. Cómo odié a esos machangos y las disculpas por dejarme, desconsolada, en visto, dos palomitas y tus buenas noches cada amanecida. ¿Qué no había tiempo?, Eterno -decías-, Pero si quieres empieza sin mí y ya lo hablamos otro día. Y me fui al leer el mensaje que no era para mí. “Bésame el chat, házmelo a la cámara y abrázame al final mientras deslizas tus dedos acariciando el teclado, metiéndole doble de filtro a tus poros y 1.2 al espaciado. Y ahora, envíame una fotografía que los abrazos y las sonrisas nos las repartimos otro día, pixel más o menos” Y cuando por fin empezabas a olvidarme te preguntas qué estará haciendo a esta hora esta idiota. Juraría que vengarme, ahora que respiramos a medias, y solo para fastidiar alguien se rinde y ya lleva 67 poemas en los que no te in

A la que fui

  A la mujer que fui nunca la quise ni la querré. A la mujer que fui la tengo secuestrada, maniatada, y solo le consulto cuando dejo de creer en el amor y me rasca el fieltro de mi coraza. A la mujer que fui le debo espacios y tiempos ganados a pulso. Pero le tapo la boca por si acaso. A la mujer que fui le debo experiencia y aprendizaje y todas las cicatrices de su época de mercenaria de mi coraje; por eso le hablo en pasado a su cara de fragmentos desesperados. A la mujer que fui la amenazo con la indiferencia que hoy poseo, cuando se abre una ventana, mientras ella da patadas a la las puertas que jamás cerré.

Maldito guerrero

  Leía aquellas novedades como si yo, pirata y guerrera, hubiera descubierto un tesoro que ya poseía. Como si hubiera encontrado una nota para no olvidar en el bolsillo de mi vieja rebeca. Aquel poeta describía con grandiosa simpleza, y yo me decía << Eso es, así es como lo quería decir>>. Y escribía la guerrera soldadito de primera, y leía, y leía…, correteaba descalza por aquellos versos rotos, amables, endiabladamente nostálgicos. Llenos de sombras “lo que es arriba es abajo”. Sentí, que un poeta andaba suelto, eso sí, como una amenazante advertencia. Ya luego, cuando la parca como un Judas me dio un beso de despedida, comencé a escribir como una cabrona a tiempo completo. Seguí leyendo en otras trincheras sin importarme que los versos no fueran versos, y hoy me doy cuenta que lo que nos mata es aquello a lo que uno se acostumbra. La comodidad de que me lean es pedirme Asilo en Sagrado, Ni ganas tengo de mojar mi dedo para pasar las páginas. Me quedo aquí cerrando los

Por pedir...

  Y yo que no pido mucho, ni en sueños, pido tu boca. Yo que no sé comer sin pan en la izquierda, me pido el castillo que hiciste aquel día de lluvia. No, no creo pedir mucho cuando se me antoja una mayúscula o que vuelvas a decir en diminutivo el nombre que tiene realmente mi boca. Si como quien no quiere la cosa pudiera pedir, pediría todas las tonterías que hacías para hacerme reír Y ya puesta, si no doliera tanto como duele, me pediría dormir sin zapatos, ducha diaria, dormir, dormir y dormir, comer barato -un clásico- y que mi vida fuera como la de un buen cuento, un concierto de amor a dos almas, pero sin que tú estés a esos dos malditos metros bajo el suelo ni yo sin un solo te quiero que llevarme a la boca.