CUANDO SE APAGUE EL SOL
¡Ay madre cuánto te quiero y no quiero hacerte daño!, pero es que pasan los años y ya me hago mayor.
¡Ay madre que sé qué lloras lamiéndote
las heridas!, y piensas en su partida como si se apaga el sol.
Y van pasando las horas y la paz
nunca te llega y mereces ser merecida y no estar muerta en esta vida de golpes
y sacudidas y palabras en el aire que nunca ven la salida.
Tú quieres como nadie quiso a ese
de una vez que fuera, que te quiere y te desprecia cual carcoma a la madera.
¡Ay madre! ¿Cómo te digo sin darte
una explicación, si ya me miras con lástima como siempre lo hice yo?
¡Qué le olvides! ¡Qué le dejes! ¡Que
te ciega el corazón!
No me obligues a decirlo, no hará
falta por favor. Que soy mujer desde niña por culpa de ese quien fuera para
quien soy de madera desde que tengo
razón.
No es tu culpa, no es tu culpa ¡No
digas eso por dios!
¡Ay no me mires con pena! y
abrázame por favor que ya entiendes lo que digo y al fin ves al enemigo, y para
él lo soy yo.
¡Ay madre cómo lamento romperte la
voz en dos!
Que van pasando los segundos -se va
acerando el dolor-.
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