Querido:

 Querido:

Me ha sucedió algo muy extraño. Al final tendrás razón con eso de que estoy loca. Que no es desprecio o desdén cuando me dices que sin ti no soy nada. Sé que me adviertes de que te llame sólo si es necesario, porque te aburro sobremanera, así que no te llamé, como siempre. Pensé marcar el número de urgencias, hice hasta un ensayo para no tartamudear, y no, no tartamudeaba para nada, pero cómo explicarles…
En realidad me dolía cada golpe. Así que me miré en el espejo para ponerme algo de hielo. Créeme, no sé si podré olvidar mi cara de ese momento algún día. Cuál fue mi asombro que también vi unas protuberancias a cada lado de mi espalda, y tuve que aflojarme el sujetador porque de repente me apretaba. Tras zafarlo, de cada uno de aquellos extraños bultos, comenzaron a salir plumitas, con el odio que les tienes tú.
Aquello comenzó a crecer. No te digo cuánto porque será cierto que tiendo a exagerar las cosas, como siempre.
Las plumitas no eran especialmente bonitas ni de un color definido, sé que no tengo valor ni sentido alguno, y mucho menos lo iba a tener algo así, viniendo de mí, ¡acabáramos!, pero me costaba controlarlas. Por eso se ha roto el tv, el cenicero con mi foto, el portátil, el Wifi, el vaso que te regalé el día de los enamorados, el que dice te quiero…Torpe como siempre.
Luego tomé tu mechero, pero no alcanzaba a quemarlas. Lo único que se me ocurrió fue coger, lo que tenía más a mano, la foto de nuestra boda, hacerla un canuto y utilizarla de antorcha, también se ha quemado toda tu colección de sellos, la cama y parte de la estantería de libros sobre culturismo y defensa personal. Bueno: en realidad toda, con lo mucho que te gustaba leer esos temas. Pero nada, no sé ingeniármelas sin ti, como siempre.
Desesperada pensé en salir a la calle para que alguien me viera. Busqué rápidamente un vestido, no iba a salir por el sendero de aquella manera, pero ya las plumas eran enormes y no había forma alguna de que me entrara.
Comprenderás que es imposible vestirse como siempre, cuando se tiene atrás tanto peso como el de un par de alas.

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